En nuestro medio tanto los chicos como las chicas suelen empezar a fumar alrededor de los 13 años como respuesta a las influencias sociales de amigos, padres y familias fumadoras y también por la presión que, con métodos permanentemente renovados, ejerce la industria tabacalera a través de los medios de comunicación (cine, televisión, espectáculos, revistas, etc).
Padres y madres pueden emprender diversas actividades para evitar que sus hijos empiecen a fumar. Es decir, desde la familia es posible prevenir el consumo de tabaco.
Hay cuatro medidas que son bastante eficaces : convertir la casa en un hogar sin humo; no dejar los cigarrillos al alcance de los niños; si hay personas fumadoras, plantearse dejar de fumar y educar a los hijos para hacer frente a las presiones de su entorno para que fumen.
1.- Hogares Sin Humo . Una de las cosas más útiles que se puede hacer es convertir la casa en “un hogar libre de humo”, es decir, optar porque en casa no se fume. Esto protege a chicos y grandes de la exposición al humo de tabaco ambiental o tabaquismo pasivo y redunda en una mayor salud para todas las personas que conviven. Además, si hay personas fumadoras en la casa, se animarán más pronto y de forma más efectiva a intentar y conseguir dejar de fumar.
En algunas casas, como paso previo en su camino de convertirse en “un hogar sin humo”, se pueden establecer algunas normas: fumar sólo en determinados espacios (terrazas, patios, balcones, habitaciones poco frecuentadas por los más pequeños…), o fumar sólo en horarios en los que los menores no están en casa.
Esto tiene algunas limitaciones porque los niños andan por toda la casa y, por otro lado, se sabe que el humo de tabaco ambiental permanece en el ambiente durante mucho tiempo aunque se ventile el espacio. Las partículas del humo de tabaco ambiental que respiramos son las mismas que ponen negras las paredes y las cortinas de las habitaciones donde se fuma, y esto hace que las limitaciones de horarios para fumar tengan poco valor. No obstante, en una casa primero pueden plantearse este tipo de normas y luego avanzar hacia la restricción total del consumo de tabaco.
Se ha demostrado que las chicas y los chicos que viven en hogares libres de humo, tienen menos probabilidades de convertirse en adolescentes fumadores que los que viven en casas donde no hay restricciones.
En todo caso, no fumar delante de los menores es interesante por dos razones: porque no sufren los efectos del tabaquismo pasivo y porque así se refuerza el importante papel modélico de los padres.
Las limitaciones para fumar donde hay niños deben extenderse a los coches.
2.- Evitar que los cigarrillos estén al alcance de los menores . Las madres y los padres que fuman no sólo son un modelo de conducta que influye negativamente en sus hijos, también hacen que conseguir cigarrillos sea fácil y asequible para ellos.
Muchos niños cuando empiezan a dar caladas a los primeros cigarrillos, consiguen el tabaco de los cigarrillos que sus progenitores han dejado a la vista en la casa. Se sabe que es útil que los adultos guarden los cigarrillos de forma que no estén a su alcance.
3.- Dinero fácil, tabaco fácil . También se ha comprobado que es útil que los chicos y las chicas no dispongan de mucho dinero de bolsillo, ya que el consumo de tabaco en estas edades es proporcional a la paga que reciben, cuanto menor es la paga, menor es el riesgo que corren de comprar y consumir tabaco y otros productos como alcohol o drogas ilegales.
4.- Abandono del tabaco . Los padres que fuman pueden plantearse la necesidad de dejar de fumar. Esto es realmente útil para sus hijos y, por supuesto, también para ellos mismos.
La actitud de los padres hacia el tabaco parece ser muy importante. Es menos probable que un adolescente se haga fumador si sus padres tienen una actitud crítica o molesta con respecto al tabaco aunque sean fumadores. En cambio, si los adolescentes perciben que sus padres son tolerantes con el tabaco, es más probable que se hagan fumadores.